Belfast: Veinticinco años de paz imperfecta.

Nuestro día llegara.

Aniversario de los acuerdos de Viernes Santo. Irlanda del Norte, con todos sus problemas, es hoy un lugar irreconocible.

por Rafael Ramos/La Vanguardia Corresponsal-

Es un tópico, pero parece que fue ayer. Aquel 10 de abril de 1998, gélido para un día de primavera e incluso de invierno, con piedras de granizo, los representantes de la prensa internacional arrebujados en sus abrigos y anoraks, las bufandas bien enrolladas al cuello, esperando ateridos en los jardines del castillo de Hillsborough a que hubiera fumata blanca. Que meses de negociaciones entre unionistas y republicanos, Dublín y Londres, con la mediación de los Estados Unidos, dieran fruto y pusieran fin a una guerra civil soterrada que en 30 años se llevó más de 3.500 vidas.

Y sí, hubo fumata blanca, después de una espera interminable en la que las condiciones de unos y otros estuvieron a punto de echarlo todo por tierra. Pero fue una de las grandes victorias de la diplomacia y hoy, un cuarto de siglo después, Irlanda del Norte es un lugar irreconocible. Un lugar donde impera la paz, aunque sea una paz imperfecta, pero nada que ver con el lugar horrible de las décadas de los sesenta, setenta y ochenta, cuando las bombas estaban a la orden del día y los muertos también. Cuando los católicos eran discriminados y víctimas de las balas del ejército británico, y los unionistas, de la metralla del IRA. Cuando las calles de Belfast y Derry eran ríos de sangre (este corresponsal recuerda un viaje a la provincia, en 1975, en otra vida, cuando era un querubín, en cada esquina había controles militares, y tuvo que pasar una noche lluviosa de verano entre los arbustos del seto que separaba los dos carriles de una carretera por la que no cesaban de pasar los tanques).

Sí, ha pasado mucho tiempo. De los firmantes de los acuerdos de Viernes Santo, el nacionalista John Hume y el unionista David Trimble, que compartieron el premio Nobel de la Paz, han muerto. También Martin McGuinnes, que desempeñó un papel estelar como negociador por parte del Sinn Féin. Hace mucho que Tony Blair, Bill Clinton, Gerry Adams, el taoiseach irlandés Bertie Ahern y el senador norteamericano George Mitchell (que hizo de mediador) dejaron el poder y pasaron a un segundo plano. En el Ulster hay 18 restaurantes reconocidos por la guía Michelin, un autobús une los barrios protestantes y católicos (algo impensable hasta hace poco), se han rodado numerosas escenas de Juego de tronos , y los antiguos astilleros donde se construyó y fletó el Titanic atraen a turistas de todo el mundo. Para los jóvenes, los troubles (como se llama a las tres décadas largas de violencia) son algo tan remoto como la Guerra Civil para los españoles nacidos después de 1950, historias aburridas que contaban los abuelos. La política tribal les interesa poco, y tienen amigos del bando rival.

(FILES) In this file photo taken on June 29, 1974 a little girl is seen in a street of the Belfast catholic area, looking at barbed wire, near a roadblock. - Northern Ireland was torn apart by three decades of violence between nationalist and unionist communities that ended with the Good Friday Agreement signed 25 years ago on April 10, 1998, between London, Dublin and the main Northern Ireland political parties. Over 3,500 people were killed during three decades of sectarian conflict over British rule in Northern Ireland, which began in the late 1960s. (Photo by AFP)

Una calle católica de Belfast fotografiada desde la parte protestante el 29 de junio de 1974)/AFP.

Pero ello no quiere decir que sea el país de las maravillas. La segregación sigue siendo un hecho en el ámbito de la religión, de la educación, de barrios, de actividades deportivas. Hay taxis y pubs católicos y protestantes , la mayoría de las familias ha sufrido pérdidas más o menos directas a manos del otro , y muchos ni olvidan ni perdonan. Enormes planchas de acero rematadas con alambre de púas, llamadas con una cierta ironía murallas de la paz , separan a las dos comunidades. Belfast parece (y es en gran medida) una ciudad normal , que ha prosperado mucho (el PIB ha aumentado un 43% desde 1998), pero el resentimiento sigue en el trasfondo. El pasado está ahí.

La reunificación de la isla está más cerca, pero no es inminente, a pesar de que los católicos pronto serán mayoría

Aunque los jóvenes deseen pasar página, si en el Ulster te llamas Billy, eres protestante, y si te llamas Sean, eres católico. La manera de pronunciar la letra “h” te distingue sin quererlo como de una tribu o de la otra. En 1998 un 93% de los votantes se inclinaba por republicanos o unionistas, en el 2023 un 20% del electorado apoya al Partido de la Alianza, que es intercomunitario. Cada vez más familias de clase media y acomodada se instalan en barrios neutros, y cada vez más padres envían a sus hijos a escuelas no confesionales. Pero aun así no se puede hablar de integración. En conciertos y partidos de fútbol siguen oyéndose gritos como oh, ah, up the IRA.

Continúa habiendo elementos violentos de un lado y del otro, pero muy marginales. En los últimos 12 meses solo se han registrado un muerto y 37 heridos debido a la violencia sectaria, y la policía ha requisado mil rondas de munición, una mínima parte de lo que solía circular. El antiguo Royal Ulster Constabulary estaba integrado en un 92% por protestantes. El actual Servicio Policial de Irlanda del Norte (PSNI) tiene en sus filas a un 32% de católicos.

Para alcanzar los acuerdos de Viernes Santo hace un cuarto de siglo, todo el mundo tuvo que ceder. El IRA procedió al decomiso de sus arsenales y la renuncia a la violencia, y pasó de buscar la reunificación a través de las armas a procurarla mediante las urnas; la República de Irlanda aceptó que la isla solo volvería a ser una cuando la mayoría de los habitantes del Ulster así lo quisiera; el Reino Unido asumió esa misma premisa, así como la existencia de cuerpos transfronterizos que dan un papel a Dublín en la gestión de los asuntos de la provincia, y, la cuestión más polémica, todos los presos acusados de terrorismo fueron puestos en libertad en un plazo de dos años, para dolor y rabia inconmensurable de quienes habían perdido a seres queridos.

Quienes dijeron que no a los acuerdos de paz y siguen haciéndolo son los políticos del DUP (Partido Democrático Unionista), que era el segundo en el bloque protestante y ahora es el primero (con un 21% de votos). Se dejó engatusar por Boris Johnson para apoyar el Brexit, cuando ni siquiera la mayoría protestante lo quería, y desde entonces ha perdido el oremus. El Sinn Féin ganó las últimas elecciones, los católicos tienen más hijos, la demografía juega a su favor, y ellos, señores del no, se limitan a bloquear desde hace un año las instituciones autonómicas, que requieren la participación del partido más votado de cada comunidad. La fórmula ha quedado obsoleta, y hay presión para cambiarla por una mayoría cualificada de un 65% de los legisladores para aprobar las leyes.

Un número creciente de protestantes, opuestos al Brexit, vota al Partido de la Alianza e incluso al Sinn Féin.

Los unionistas están aterrorizados ante la idea de convertirse en minoría, mientras el Sinn Féin avanza hacia el poder, en el Ulster y en la República. “Cómo han pasado los años, cómo cambiaron las cosas, qué mundo tan diferente, y aquí estamos frente a frente como dos adolescentes que se miran sin hablar… Cómo han pasado los años, las vueltas que da la vida…”.La canción de Roberto Livi es la historia de dos enamorados ya con canas. En Irlanda del Norte, es la de dos viejos enemigos que no se quieren ni se querrán, y que no hacen el amor, pero tampoco la guerra. Parece que fue ayer…

Fuente: https://www.lavanguardia.com/internacional/20230409/8884241/veinticinco-anos-paz-imperfecta.html

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