Chile dictadura: las redes de inteligencia y control sectorial de la DINA y la CNI.

Manuel Contreras, director de DINA, y Augusto Pinochet. dictador.

Pinochet, el gran hermano: el espionaje y la intervención de la DINA y CNI en liceos, empresas, tribunales y servicios públicos.

por Mauricio Weibel Barahona/CIPER.

Documentos reservados que por décadas estuvieron olvidados en los 30 kilómetros de estanterías del Archivo Nacional de la Administración (ARNAD), revelan cómo el régimen intervino escuelas, liceos, empresas, servicios públicos y tribunales, con agentes e informantes de la DINA y CNI. Una fórmula, basada en el espionaje y la delación, que buscaba imponer el temor a ser identificado como opositor y enfrentar sanciones que podían ir desde la pérdida del empleo hasta la tortura y la desaparición. CIPER presenta esta serie de reportajes escrita por el periodista Mauricio Weibel, quien durante años ha revisado documentos del ARNAD, la que muestra el temor cotidiano con el que la dictadura controló el país.

La primera vez que tropecé con oficios secretos fue en 2012. Cientos de documentos reservados de la dictadura cívico militar chilena (1973—1990) llegaron por caminos inesperados, desde el Ministerio de Relaciones Exteriores, a mi escritorio. Los documentos revelaban cómo fueron tomadas las decisiones político-represivas al más alto nivel, desde a qué edad permitir a los niños volver del exilio hasta a quiénes espiar, dentro y fuera de Chile. Estas miles de fojas mostraban una colaboración activa entre civiles y militares: informantes, delatores y autoridades que pedían la intervención de agentes de la DINA y la CNI para detener y castigar a supuestos opositores. 

Ese año —2012— escribí un puñado de reportajes con ese material y pensé que todo quedaría olvidado. No obstante, y como algunos acertadamente me habían advertido, las consecuencias llegaron en sólo meses. En diciembre de 2012 mi casa sufrió robos durante tres días seguidos. Mis computadores y mis dispositivos de almacenamiento electrónico fueron los únicos objetivos que buscaban los ladrones. La operación coincidió con hurtos similares a otros dos colegas: Juan Cristóbal Peña y Javier Rebolledo, quienes también investigaban temas de memoria y derechos humanos.

En ese escenario, entendí que mi responsabilidad era seguir indagando en estos documentos. ¿Qué información tan sensible podían contener estos oficios? ¿Qué secretos generaban tanta preocupación en los ladrones de computadores?

En Chile, existió durante décadas la convicción —tan sensata como desprovista de pruebas— de que los responsables de la dictadura habían incinerado todos los papeles con antecedentes sobre sus crímenes. Que era imposible encontrar algún vestigio documental. Pero, los papeles que estaban en mis manos eran una prueba irrefutable de que aquello no era cierto.

Volví entonces a revisar los materiales que había resguardado en casa de una amiga y me concentré en un detalle, al que inicialmente no otorgué la importancia que debía: casi en todos los oficios, a pie de página, estaba mecanografiada una diminuta guía de distribución, en la que habitualmente se consignaba que una copia del documento sería enviada al Archivo Nacional de la Administración (ARNAD). 

Me dirigí al ARNAD y, para mi sorpresa, confirmé que los oficios secretos de la dictadura cívico militar estaban guardados en los 30 kilómetros de estanterías de aquel edificio. Simplemente, nadie los había buscado en más de dos décadas, desde el fin del régimen. 

Aquel olvido era inentendible. Casi irresponsable.

Durante años he visitado regularmente al ARNAD, a veces a diario, empecinado en revisar toda la documentación rotulada como secreta de los Ministerios de Educación, Interior y Justicia, principalmente. Estos materiales, huelga decir, están resguardados en unas cien encuadernaciones de gran tamaño, clasificados sólo por año, sin más precisiones.

Y en ellos se esconde, línea a línea, la historia oculta sobre cómo el régimen intervino escuelas, liceos, empresas, servicios públicos y tribunales, con agentes e informantes, primero de la DINA y después de la CNI. Basándose en el espionaje y la delación, el régimen impuso en los hombres y mujeres de Chile el temor a ser identificado como opositor y enfrentar sanciones que podían ir desde la pérdida del empleo hasta la tortura y la desaparición. 

En estos oficios, memos e informes olvidados, están las firmas de directores de escuelas, ministros o magistrados, que piden a la DINA que detenga a uno de sus subalternos porque, al parecer, es de tendencia izquierdista. Estos registros, que se salvaron de ser incinerados en las últimas horas del régimen, muestran cómo la dictadura instaló el control orwelliano, con los ojos y oídos del “gran hermano”.

 Se instaló así una vida gobernada por un miedo que es casi imposible que las nuevas generaciones puedan comprender a cabalidad. Se podrá describir, y ahora más todavía con estos documentos, pero es difícil entender cómo operaba ese temor si no se lo vivió. Pero estos registros reservados, permiten entender mejor. Basta con ver documentos como aquel oficio en que las autoridades coordinan el retiro de cadáveres desde las calles de Santiago (vea ese documento).

Esta serie de reportajes, presentada por CIPER con ocasión de los 50 años del golpe de Estado, consta de cuatro capítulos. Todos los documentos que se presentan en ellos ahora pueden ser revisados en el buscador de documentos online “Papeles de la Dictadura”, una iniciativa desarrollada por CIPER con la colaboración del Centro de Investigaciones y Proyectos Periodísticos (CIP) de la Universidad Diego Portales:

Acceda acá a los cuatro reportajes de esta serie:

Fuente: https://www.ciperchile.cl/2023/09/09/pinochet-el-gran-hermano-el-espionaje-y-la-intervencion-de-la-dina-y-cni-en-liceos-empresas-tribunales-y-servicios-publicos/

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