Chile lírico: despedida de Vicente Huidobro.

Últimos Poemas podría ser calificado como un diario de muerte.

por Pablo Bravo/El Mostrador.

El tono lúgubre atraviesa todos los versos de los Últimos Poemas y resulta imposible leerlos sin sentir el insistente acecho de la muerte, la que finalmente llegó al poeta el 2 de enero de 1948. Sus restos descansan en Cartagena.

Un mes de enero en 1893 nació Vicente Huidobro. También un mes de enero falleció prematuramente a los 54 años (en 1948). Y en otro mes de enero, en este 2024, estamos conociendo una nueva versión de su obra cumbre, Altazor.

El manuscrito original ha pasado a manos de la Pontificia Universidad Católica, la que desde 2022 mantiene en comodato el legado del poeta a través de la Fundación Vicente Huidobro UC. Se trata de un texto de puño y letra que desde 1995 se conservaba al amparo del BancoEstado, lugar a donde había llegado casi por casualidad. Se ha informado que el volumen tendrá una reedición vía Ediciones UC.

Este hecho nos ayuda a poner en contexto a una de las figuras mayores de la literatura chilena.

Vicente Huidobro nació en el seno de una familia acomodada y fue formado por los jesuitas. A pronta edad decidió iniciar su camino literario, exhibiendo desde el primer momento una perspectiva de alto vuelo poco común a nivel local, y que con los años daría la vuelta al mundo.

Fue contemporáneo de las principales vanguardias, como Dadá y el surrealismo. No obstante, su decisión fue crear su propio movimiento, el Creacionismo. “El poeta es un pequeño dios”, era la consigna fundamental, porque no sería un imitador de la Naturaleza: “No he de ser tu esclavo, madre Natura; seré tu amo. Te servirás de mí; está bien. No quiero y no puedo evitarlo; pero yo también me serviré de ti. Yo tendré mis árboles que no serán como los tuyos, tendré mis montañas, tendré mis ríos y mis mares, tendré mi cielo y mis estrellas”, declaraba en su manifiesto Non Serviam (1914).

En 1916 se estableció en París, y no precisamente como un humilde sudamericano, sino como un poeta consolidado que orgullosamente acarreaba consigo el primer movimiento de vanguardia surgido en Latinoamérica. En Francia compartió con algunos de los miembros más destacados de las diferentes intelectualidades, tanto pictóricas como literarias, tales como Max Jacob, Juan Gris o Pablo Picasso. Posteriormente se trasladaría a Madrid, donde siguió siendo figura de los movimientos culturales.

Después de largos años de elaboración, Altazor fue publicado en 1931 en Madrid, Barcelona y Buenos Aires (con un retrato del artista hecho por Picasso). La obra es aclamada.

Este periodo de gloria sufrió un radical giro debido los terribles procesos posteriores que debió enfrentar Huidobro, tales como la Guerra Civil Española o la Segunda Guerra Mundial. El pequeño dios, esta vez, se enfrentó a los sacrificios masivos de sus semejantes y a su propia mortalidad, dado que fue herido dos veces –una de ellas en la cabeza– durante su permanencia en Europa como corresponsal de guerra entre 1944 y 1945.

En esta etapa los mundos autónomos y soberbios de Huidobro experimentaron un cambio profundo, desmarcándose del creacionismo y del surrealismo, para empezar a hablar desde la gravitación de lo real. En 1944 escribió Edad Negra, donde “sólo se oye la lengua del sepulcro, llamando a grandes gritos”.

Regresó a Chile después de la guerra y se dedicó de lleno a crear diversos poemas que solo fueron publicados póstumamente. Últimos Poemas podría ser calificado como un diario de muerte. El mismo poeta que en 1926 había dicho “No escribas con sangre de tu corazón. Qué importa el corazón” (Vientos Contrarios), ahora, en su última madurez, confesaba: “Qué pequeño es el mundo, cuán grande eres corazón, mirado desde aquí, en medio del torbellino de esta guerra”.

Últimos Poemas fue publicado pocos meses después de su fallecimiento, gracias a un trabajo de recolección que realizó su hija Manuela.

El reconocimiento de su vulnerabilidad se detecta desde los primeros versos de El Paso del Retorno, poema que da crudo testimonio de alguien que ha padecido el infierno bélico y que regresa transfigurado por esa experiencia, por lo que inevitablemente se cuestiona todo lo que ha sido su trayectoria previa: “Traigo un alma lavada por el fuego”, y agrega, “ya no hay banalidades en mi vida”. Y en su autocrítica, afirma que era uno que “daba vuelta las páginas de los muertos, sin tiempo, sin corazón, sin sangre”. Esta vez Huidobro admite que al andar hace “el ruido de la muerte”.

El tono lúgubre atraviesa todos los versos de los Últimos Poemas y resulta imposible leerlos sin sentir el insistente acecho de la muerte, la que finalmente llegó al poeta el 2 de enero de 1948. Sus restos descansan en Cartagena.

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Fuente: https://www.elmostrador.cl/cultura/critica-opinion/2024/01/22/la-despedida-de-vicente-huidobro/

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