El poder y la riqueza: los hilos que movía (mueve) Hermosilla.

 

El Poderómetro: el celular de Luis Hermosilla, el objeto más poderoso del Chile contemporáneo.

por El Mostrador

El abogado es el personaje más parecido en Chile a Licio Gelli, el todopoderoso líder de la logia italiana P2, que en los años de la Guerra Fría operó en todos los planos de la política y la economía no solo italiana, sino incluso también en Argentina.

 

Uno de los secretos de la exitosa fórmula de ese guionista, que recién comenzó a revelarse en las últimas entregas de la serie, es que parte importante de la trama gira en torno a un “McGuffin”, como Alfred Hitchcock denominaba a cualquier objeto que permitiera que una historia se cohesionara en torno a él y avanzara. 

De preferencia, el McGuffin del caso debe estar perdido (aunque no necesariamente) y la historia habitualmente gira en torno a su recuperación o al secreto que esconde. Esa es la forma en que se estructuran las películas de acción, como –por ejemplo– El Halcón Maltés o Los cazadores del arca perdida.

Cualquier buen escritor sabe, además, que un asunto esencial en toda buena serie es que la intriga debe ser administrada, entregada en porciones, de a poquito. Si en una serie policial nos dicen en el primer capítulo quién es el asesino (o el corrupto), es poco probable que avancemos mucho.

Todo eso y más lo sabe el guionista de Chile, que de a poco ha ido entregando partes de la intriga en que tiene sumido al país, y quien hace unos días dio a conocer su McGuffin, que en este caso no es una estatuilla, un cuadro robado o una esmeralda, sino algo más simple, más mundano, pero mucho más poderoso que el arca de la alianza: un iPhone 14 Pro Max, cuyo dueño titular es Luis Hermosilla Osorio. 

Ese teléfono es el objeto más poderoso que ha conocido el Chile contemporáneo, debido a la información que contiene y que la Fiscalía extrajo desde sus entrañas.

La revelación de una mínima parte de las 776 mil páginas de chats de WhatsApp que hay en él culminó con la rápida defenestración de Sergio Muñoz y lo dejó convertido en el único huésped del calabozo de la PDI en Cerrillos. 

Dichos diálogos demuestran también la forma en que operaba Hermosilla y la ingenuidad (por utilizar una palabra amable) de Muñoz, quien estaba convencido de que el abogado era su amigo, además del defensor de Sebastián Piñera –lo que negó enfáticamente quien sí representaba al fallecido Presidente, Juan Domingo Acosta–. 

En cuanto a lo primero, el mismo Hermosilla desmintió ante la Fiscalía que fuera amigo de Muñoz. De ese modo, los mensajes llenos de cercanía entre ambos, como aquel donde el expolicía lo invita a “un churrasquito”, o aquellos en los que Hermosilla le agradece todo el cariño recibido por él y su pareja en la casa de Muñoz, devienen pura hipocresía, puro cálculo, puro aprovechamiento, de parte de alguien que recuerda demasiado la figura de Licio Gelli. 

Para quienes no lo conocieron, Gelli fue el líder de la logia Propaganda Due, la famosa P2, que –como se descubrió en las investigaciones judiciales– tenía entre sus miembros al presidente, a casi todos sus ministros, cardenales, periodistas, jueces, fiscales, empresarios, etc. 

Eran casi mil sus integrantes y, aunque en sus vidas públicas parecían personas muy respetables, que todo el día pontificaban acerca de la moral y la ética, tanto ellos como “El titiritero” –como le decían a Gelli– actuaban de igual a igual con sus asociados de la mafia italiana. 

Gelli es probablemente lo más cercano al personaje de Vito Corleone en la vida real y su método de cooptación de personas e instituciones era el mismo que describe Mario Puzo en la novela El Padrino, cuando dice que “Don Vito Corleone era un hombre a quien todos acudían en demanda de ayuda y nadie salía defraudado”.

Por supuesto, eso no era gratuito, como relata el mismo Puzo: “Solo existía una condición: que uno, uno mismo, proclamara su amistad hacia él”, como lo hacía Muñoz hacia Hermosilla, que a su vez es el personaje más parecido a Gelli en Chile: un titiritero, un digitador.

Claro. Todos quienes conocían a Hermosilla coinciden en indicar que era un hombre muy simpático y que, por sobre todo, era excelente adulando a quienes conocía, muchos de los cuales, embebidos en su propia percepción de omnipotencia, no alcanzan a darse cuenta de que eran instrumentalizados.

La comparación de Gelli con Hermosilla no se limita a aquello. Está bien documentada la intromisión de Gelli en la designación no solo de numerosas autoridades en Europa, sino también en Argentina, donde fue el artífice del regreso de Juan Domingo Perón desde el exilio en España, en 1973, a tal punto que viajó en el mismo avión con él, en el regreso a Buenos Aires. 

Hoy ya se sabe de la influencia de Hermosilla en varios procesos, tanto en la PDI como en el Poder Judicial, pero las preguntas abundan: 

¿Cuántos otros jueces le habrán mandado poemas a su WhatsApp, en medio del correspondiente “besamanos” para ascender a alguna Corte de Apelaciones o a la Suprema? 

¿Cuántos fiscales lo habrán invitado a un churrasquito para pedir su intervención en la confección de una terna? 

¿Cuántos otros policías le habrán enviado fotos de informes secretos, amparados en que eran “amigos” de Hermosilla? 

¿Cuántos periodistas habrán operado junto a él? 

¿Cuántos empresarios le habrán pedido intervenir con las autoridades medioambientales, de salud, de minería, agricultura o lo que sea? 

¿Cuántos millonarios o billonarios le habrán pedido favores a “Lucho” a cambio solo de su “amistad”?

Pocos creen hoy, en el país, que lleguemos a conocer los arcanos que esconde el teléfono celular de nuestro Licio Gelli chileno, y por ello es tan importante que la Fiscalía comprenda que, más allá de que su labor es investigar delitos, ese teléfono que tiene guardado bajo siete llaves es mucho más que una serie de causas penales: es el retrato más vivo y duro de la forma en que opera el poder en Chile, y la gran pregunta que ronda entre la ciudadanía es si van a atreverse a revelar todo lo que hay en él.

Fuente: https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2024/03/25/el-poderometro-el-celular-de-luis-hermosilla-el-objeto-mas-poderoso-del-chile-contemporaneo/


Los verdaderos cuidados.

Daniela Alegría (*)/Interferencia
«Jeffrey Winters, especialista en oligarquías, señala que nunca ha existido una verdadera democracia porque estos grandes grupos económicos siempre han podido ejercer el poder de su riqueza. Estos grupos cuentan con una industria que se dedica a defender su riqueza: un ejército de profesionales altamente preparados y bien remunerados que buscan enriquecer aún más a sus empleadores e imponer políticamente las ideas que les benefician. Basta pensar en el Caso Audios
 
La pandemia del COVID-19 ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad y, con ello, la importancia del cuidado. Indudablemente, el cuidado es un elemento fundamental y cada vez se está tomando más conciencia sobre su relevancia. El Sistema Nacional de Apoyos y Cuidados, por ejemplo, es una iniciativa del actual gobierno que busca poner el tema del cuidado en el centro de la discusión y ayudar a las mujeres, dado que la mayor carga del cuidado y el trabajo doméstico recae sobre ellas. 

Sin embargo, como señala la cientista política Joan C. Tronto, pareciera ser que el verdadero cuidado que ejercen nuestras sociedades actuales es el cuidado de la riqueza. Este cuidado plantea que el crecimiento de la riqueza es el objetivo principal de nuestra sociedad y, por lo tanto, las recompensas sociales se enfocan en aquellos que crean y hacen crecer la riqueza. 

A pesar de las afirmaciones falsas que indican lo contrario, las concentraciones de riqueza intergeneracional dependen del Estado, ya sea como un sistema de protección, como la fuente de inmensas oportunidades para crearla o como Estados dispuestos a servir como paraísos fiscales. Del mismo modo, los grandes grupos económicos, al insistir en que aportan enormes beneficios a la sociedad (por la creación de empleo o por sus obras de caridad) son capaces de evadir las demandas de que su riqueza sea gravada a un nivel más alto.

El cuidado de la riqueza en detrimento del cuidado de las personas es, por tanto, profundamente antidemocrático. El cuidado de la riqueza beneficia a unos pocos que dedican mucho tiempo, dinero y esfuerzo a manipular a amplios públicos para que sigan apoyando su visión de mundo. Jeffrey Winters, especialista en oligarquías, señala que nunca ha existido una verdadera democracia porque estos grandes grupos económicos siempre han podido ejercer el poder de su riqueza. Estos grupos cuentan con una industria que se dedica a defender su riqueza: un ejército de profesionales altamente preparados y bien remunerados que buscan enriquecer aún más a sus empleadores e imponer políticamente las ideas que les benefician. Basta pensar en el “Caso Audios”.

A partir de la filtración de un audio donde Luis Hermosilla, Leonarda Villalobos y el empresario Daniel Sauer idean un plan para supuestamente sobornar a funcionarios públicos —y que hoy nos permite ser testigos de la prisión preventiva de Sergio Muñoz, ex director de la PDI—, urge una discusión sobre la industria que se dedica al cuidado de la riqueza. Si el objetivo este cuidado es preservarla, compiten con las formas de cuidado destinadas a ayudar a los otros miembros de la sociedad a mejorar o mantener su bienestar. Con la desinversión de políticas públicas orientadas al cuidado, estos quedan relegados a los mercados o a las familias, ambas problemáticas si son las únicas opciones.

Por supuesto que la riqueza es de suma importancia. La riqueza generada durante los últimos siglos nos ha permitido alcanzar el bienestar material de muchas personas. No obstante, la forma en que nuestras sociedades se dedican únicamente a cuidar la riqueza de estos grupos distorsiona los valores sociales y hace que la gran mayoría de las personas estén descuidadas.     

El “Caso Audios” nos obliga a reflexionar sobre los niveles de concentración de la riqueza, es decir, la desigualdad, así como la pérdida de confianza en la democracia que nos lleva a percibir al Estado como impotente o indiferente a la hora de controlar a los grandes grupos económicos que actúan muchas veces de manera “perfectamente legal”, pero perjudicando a la gran mayoría de las personas.

(*) Daniela Alegría es doctora en Filosofía y académica de la Facultad de Filosofía y Humanidades UAH.

24 de marzo, 2024

Fuente:https://interferencia.cl/articulos/los-verdaderos-cuidados

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